Sin la capacidad de alcanzar objetivos en el interior de la Federación Rusa, la industria energética ucraniana podría no sobrevivir al invierno.
Si los aliados occidentales, en particular Estados Unidos y Gran Bretaña, no revisan su posición respecto de los ataques con las armas de largo alcance que han proporcionado, Ucrania podría perder la guerra energética con Rusia este invierno.
Las fuerzas rusas han adaptado sus tácticas y utilizan ataques aéreos contra el sistema energético de Ucrania tras su anterior campaña de bombardeos infructuosos. Además, el suministro de misiles balísticos iraníes de corto alcance, el Fath-360, ayudará a Rusia a lograrlo. En particular, Moscú podrá atacar nodos logísticos y de comunicación y depósitos de municiones detrás de la línea del frente ucraniana. Esto le permitirá a Rusia concentrar sus misiles de largo alcance en el sistema energético.
Las subestaciones críticas que suministran electricidad a las centrales nucleares están en la mira del enemigo. Si se desactivan, los reactores deben detenerse rápidamente para evitar un incidente nuclear.
«Si se paralizan las operaciones en las tres centrales nucleares, la guerra energética en Ucrania se habrá acabado, lo que reducirá su capacidad de combate, colapsará su economía y debilitará su posición en caso de negociaciones de paz», escribe Politico.