Rusia planea utilizar a Kursk como moneda de cambio y las Fuerzas Armadas ucranianas se preparan para batallas a gran escala.

Rusia quiere recuperar la región de Kursk antes de la investidura de Donald Trump para privar a Kyiv de una pieza esencial de influencia en las conversaciones de paz. Los combatientes ucranianos se enfrentan a intensos ataques de los rusos, que lanzaron una contraofensiva hace unas seis semanas utilizando grandes columnas de vehículos blindados, lo que les ha permitido hacer retroceder al ejército ucraniano.

Además, el comando ruso reforzó su grupo de 50.000 efectivos en la región de Kursk con miles de soldados norcoreanos, unidades rusas y brigadas. Las Fuerzas Armadas ucranianas se están preparando para batallas masivas en el futuro cercano. La fecha límite de Rusia para liberar su territorio probablemente coincidirá con la investidura de Donald Trump el 20 de enero.

Unos 20.000 soldados ucranianos están preparados para repeler los próximos ataques rusos. Aunque el enemigo supera en número a las fuerzas ucranianas, el optimismo se ve alimentado por los poderosos ataques que han realizado los sistemas de aviación y misiles de las Fuerzas Armadas de Ucrania, incluidos Storm Shadow y ATACMS. Los ataques en el interior del territorio ruso pueden interrumpir con éxito las líneas de suministro y romper la estructura de mando de los regimientos, brigadas y divisiones de la región de Kursk.