Las principales empresas de defensa, como RTX en los EE. UU., MBDA en la UE y QinetiQ en el Reino Unido, han comenzado a invertir fuertemente en el desarrollo de armas láser de bajo costo y alta energía para combatir los vehículos aéreos no tripulados. Durante la guerra en Ucrania, el uso generalizado de vehículos aéreos no tripulados reveló una importante asimetría de costos, en la que es más barato atacar que defenderse. Los países occidentales se enfrentaron a un problema similar cuando sus barcos necesitaban lanzar misiles que costaban varios millones de dólares para derribar drones hutíes yemeníes en el Mar Rojo.
Esta situación puede cambiar con sistemas láser, como el sistema británico DragonFire, que se instalará en los barcos en 2027. Un disparo láser cuesta solo 10 libras y el sistema puede alcanzar una moneda a un kilómetro de distancia. Sin embargo, estos sistemas tienen limitaciones significativas: solo funcionan con una visibilidad clara y directa del objetivo, y el láser requiere una fuente de energía confiable.
Los expertos creen que las armas láser serán un complemento a los sistemas de armas existentes y no un reemplazo completo.