Desde que Rusia inició su invasión a gran escala de Ucrania, Hungría y Eslovaquia han enviado 5.400 millones de euros a Moscú solo en petróleo crudo, una suma suficiente para financiar 1.800 misiles Iskander-M. A pesar de las exenciones a las sanciones destinadas a reducir su dependencia, Budapest y Bratislava muestran poca intención genuina de abandonar el petróleo ruso. La dependencia de Hungría del petróleo ruso ha aumentado del 61% antes de la invasión al 86% en 2024, mientras que Eslovaquia sigue dependiendo casi por completo de los suministros rusos.
Los países expresan serias preocupaciones respecto al plan de la UE de eliminar gradualmente el suministro de energía rusa, señalando como obstáculos los desafíos logísticos y el aumento de los costos. Sin embargo, los expertos confirman que la iniciativa de la UE no pone en peligro la seguridad energética de Hungría y Eslovaquia: todavía pueden obtener petróleo no ruso de Croacia a través del oleoducto Adria, la compañía energética húngara MOL es capaz de procesar petróleo crudo de diversos orígenes y el mercado de Europa Central tiene un suministro suficiente de gas procedente de EE. UU. y Qatar.