En medio de la creciente tensión con Moscú y Pekín, el Senado estadounidense ha presentado un proyecto de ley bipartidista que impondría duras sanciones a China por su apoyo a la maquinaria militar rusa. Las sanciones se dirigirían a organizaciones, bancos y ejecutivos chinos que, directa o indirectamente, contribuyan al suministro de equipos y piezas para armas rusas, incluyendo misiles, drones y municiones que Moscú utiliza activamente en la guerra contra Ucrania. Se espera que la legislación genere una verdadera influencia para poner fin al conflicto.
Mientras tanto, el presidente estadounidense, Donald Trump, duda que su ultimátum influya en el líder ruso, Vladímir Putin. «No sé si le molestan las sanciones», declaró Trump el 31 de julio. Sin embargo, planea endurecer las sanciones contra los compradores de petróleo ruso y el sector bancario ruso, según declaró el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio.
El embajador de Estados Unidos ante la OTAN, Matthew Whitaker, cree que las nuevas sanciones privarán a Moscú de los recursos para financiar la guerra, mientras que el Centro de Estudios Estratégicos de La Haya afirma que las sanciones por sí solas no cambiarán el comportamiento de Rusia, y que solo la destrucción de la economía rusa podría provocar algunos cambios en la política del Kremlin.
En Ucrania, se estima que si Trump implementa aranceles del 100% sobre los productos de los países que compran petróleo ruso a partir de septiembre, Rusia podría perder hasta 30 000 millones de dólares para finales de año.