El descenso estacional de los precios de las verduras se sustituirá por un aumento en otoño, sobre todo en el caso de los productos de alta calidad. Los empresarios se quejan de que se les ha acabado la seguridad y los consumidores deben prepararse para el hecho de que los alimentos cotidianos se encarecerán entre un 20 y un 30%.
Entre los factores que han contribuido al aumento de los precios se encuentran el aumento de las tarifas eléctricas, los impuestos especiales sobre los combustibles, la falta de electricidad debido a los bombardeos rusos, la transición de las empresas alimentarias y el comercio minorista a generadores, las iniciativas para aumentar los impuestos, el aumento de los salarios en el sector agrícola y la industria alimentaria debido a la falta de especialistas y las dificultades con la logística. El calor del verano también ha contribuido a los precios de los alimentos y seguirá afectando a los precios en otoño, ya que una cosecha menor hará subir los precios de los piensos y los productos ganaderos.
El NBU prevé una aceleración de la inflación en los próximos trimestres a medida que se vayan disipando los efectos de las abundantes cosechas del año pasado, una mayor presión sobre los costes empresariales en medio de la escasez de electricidad y la falta de trabajadores. Al mismo tiempo, la inflación se mantendrá moderada: 8,5% a finales de año.