Esto está relacionado con la rentabilidad de ciertos cultivos, explicó el viceministro de Política Agraria Taras Vysotskyi. Según él, aumentarán las áreas sembradas de oleaginosas, principalmente colza, soja y girasol. Esto refleja que el precio de venta de una tonelada de cultivos oleaginosos es más alto y la logística por tonelada es más baja. Es decir, los agricultores podrán ganar más por hectárea. Al mismo tiempo, la producción de trigo disminuirá, pero aun así, será el doble de la demanda interna. Al igual que sucedió con el trigo sarraceno este año, también habrá un ligero aumento en el número de cultivos destinados al mercado interno. Debido a la guerra, los agricultores están experimentando problemas de liquidez y disponibilidad de fondos, lo que complica y retrasa la preparación del trabajo de campo. Siempre que la situación de seguridad lo permita, los agricultores sembrarán la máxima superficie de cultivos, suficiente para el consumo interno y la exportación.