El nuevo secretario general de la OTAN, Mark Rutte, necesitará todas las habilidades de construcción de coaliciones que perfeccionó como primer ministro de los Países Bajos para mantener unida a la alianza occidental en medio de la guerra en Ucrania, los temores sobre los próximos movimientos de Rusia y la incertidumbre política en los EE. UU.
El martes, Rutte reemplazará al noruego Jens Stoltenberg. Mucho depende de si Rutte puede generar consenso dentro de la Alianza de 32 miembros. Su capacidad para proteger a los casi mil millones de personas bajo su cuidado depende no solo del poderío militar sino también de la unidad política.
Rutte enfrenta muchos desafíos. Estos incluyen la posibilidad de que Trump, un escéptico de la OTAN, regrese a la presidencia de los EE. UU. y el control de la potencia dominante de la Alianza, así como los pedidos de los aliados de Europa del Este para obtener más refuerzos contra la agresión rusa y las solicitudes de Ucrania, que no es miembro de la OTAN, de más asistencia militar.
Los funcionarios de la OTAN esperan que Rutte mantenga las prioridades de Stoltenberg: conseguir apoyo para Kyiv, presionar a los miembros del bloque para que aumenten el gasto en defensa e involucrar a Estados Unidos en la seguridad europea.